La reventa de productos ha originado un nuevo mercado que ha encontrado su nicho en las nuevas generaciones a través de las redes sociales
Muchas cosas han cambiado en los últimos años. Aunque sigamos sin atisbar vehículos voladores en el cielo o aún no hayamos descubierto cómo construir máquinas del tiempo, las innovaciones que han derivado del nacimiento de internet han cambiado de manera drástica el mundo y la manera en la que consumimos y nos comunicamos.

A simple vista, sobre todo si no usas las redes sociales de manera regular, es difícil pensar que nuestra vida haya cambiado tanto en los últimos años. Pero piensa, ¿qué haces cuando tienes alguna duda? Seguramente tu primer pensamiento es acudir al buscador de google; si te interesa conocer las últimas noticias en el mundo acudes de manera inconsciente a twitter, y si tienes morriña y te apetece saber qué es de tus seres queridos, tienes a tu disposición redes sociales como Facebook o Instagram para ver sus fotos y contactar con ellos.
Para inspirarte solo debes acudir a Pinterest y encontrar millones de ideas y, si hablamos de la televisión, podemos constatar que esta última se ha convertido en el conducto para acceder a plataformas de streaming como Apple TV o Netflix.
Aunque hace apenas quince años no dábamos tanta importancia a estas aplicaciones, actualmente se han convertido en herramientas fundamentales en nuestro día a día, bien por trabajo o por entretenimiento y es innegable que han encontrado su función primordial en nuestro día a día.
Estas herramientas aplanaron el terreno también para que existieran aplicaciones y sitios web que permitieran la reventa de productos artesanales, así como productos usados o de segunda mano. Y aunque su bienvenida ha sido relativamente lenta, figuras importantes han hecho que la reventa de moda o el recomerce se esté convirtiendo en una más de nuestras opciones de compra y que se haya convertido en uno de los pilares en los que se sustentará la venta de ropa en el futuro.
LA REVENTA SE SUMA A LAS TENDENCIAS
La moda siempre se ha concebido como un conducto para poder expresar un determinado momento y costumbres. Desde los largos vestidos recatados para mujeres hasta los estampados tie dye que se popularizaron en una época hippie que abanderaba la búsqueda de la libertad y de los derechos fundamentales.

En los últimos tiempos, ha crecido un sentimiento de añoranza por los viejos tiempos que han popularizado la aparición de series tan populares como Stranger Things y que además se han trasladado hasta las principales colecciones de ropa. Tras años de usar pantalones bajos y ajustados, volvimos a recuperar los mom jeans noventeros, reconvertimos los corsés en camisetas y volvimos a popularizar zapatillas míticas del pasado como las converse o las deportivas míticas Air Jordan, el primer zapato usado en la NBA con múltiples colores.
El afán por volver a tiempos de cines de verano y casetes esparcidos en los asientos delanteros de los coches fue uno de los detonantes para que la gente empezará a querer comprar ropa de segunda mano que perteneciera a esa época concreta. Pero el conocimiento que hemos ido desarrollando respecto al planeta y los problemas globales que están empezando a generarse por malas prácticas contaminantes, también han dado paso a una tendencia sostenible que está haciendo que cada vez más gente se plantee qué es lo que compra y de dónde antes de adquirir un producto.
¿Por qué no surgió antes esta tendencia sostenible? Las tiendas de moda rápida son muy fáciles de encontrar, tienen miles de artículos y la mayoría presenta precios relativamente asequibles. La calidad no es, o al menos no estaba visto, como un factor determinante para elegir un artículo. Además, la ropa de segunda mano había convivido con el estigma de ser tosca, usada y al alcance de gente sin recursos.
Sin embargo, voces como la de Anna Wintour han sido decisivas en este cambio de paradigma. La editora jefa de la revisa Vogue América, sorprendía hace apenas un par de años con un discurso en el que recomendaba amar la ropa y cuidarla todo el tiempo posible, evitando la moda desechable.
Este era uno de los pasos más importantes para que la moda de lujo se acercara también hacia un modelo más sostenible y empezara la conciencia ciudadana de que era preferible comprar ropa de calidad y sostenible, que prendas baratas con poca vida útil que producían muchos desperdicios.
Plataformas como Wallapop, Vinted, Pinkiz, Best for Less ayudaron a patentar un negocio de reventa de segunda mano de manera sencilla en el que cualquier persona desde su hogar podía vender productos que ya no usaba en unos sencillos pasos. Incluso Facebook e Instagram ampliaron sus funcionalidades para permitir la reventa de artículos entre sus usuarios desde sus aplicaciones.

Los compradores también han cambiado respecto a hace veinte años. El 40% de los jóvenes menores de 24 años ha comprado alguna vez prendas de segunda mano, pero también los profesionales consideran una alternativa inteligente el adquirir productos de manera sostenible y ahorrando, independientemente de su poder adquisitivo.
Y aunque aún sigue siendo un tema relativamente nuevo, según ThredUP (una de las compañías más importantes de comercialización de prendas de segunda mano) si todo el mundo comprara a lo largo de un año tan solo una prenda de segunda mano en vez de una nueva se ahorrarían casi 450 millones de libras en desperdicios.
Encontrar alternativas más limpias con los medios de los que disponemos en la actualidad se está convirtiendo en un impulsor para que la gente poco a poco vaya olvidando los estigmas del pasado y apostando por aportar su grano de arena por el planeta.
Sabemos que se producen cada día muchas más prendas de las que necesitamos y podríamos vivir muchos años consumiendo la ropa que existe actualmente sin la necesidad de producir más.
Los consumidores apuestan ahora por vender y comprar productos de otros usuarios en busca de una moda más circular pero también porque han encontrado en ella otros valores intangibles como la originalidad, la autenticidad y la diferenciación.
Sabemos que la manera más sostenible de consumir ropa es adquirir aquella que ya existe y este compromiso ha generado un nuevo valor de mercado para las prendas de segunda mano pero también para la personalización y el rediseño.
Y aunque aún estamos experimentando las primeras olas de estas tendencias no hay duda de que se convertirá en uno de los pilares de la industria en el futuro y en los modelos de negocio de las marcas. Porque a veces menos, significa mucho más.
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There is beauty in simplicity