2020 ha derrocado a la industria de la moda. Al menos, a la industria de la moda tal y como la conocíamos. Los encierros domiciliarios, las altas tasas de desempleo y el cierre de algunos puntos físicos de venta han hecho mella en la actitud de los compradores y en sus hábitos de consumo; desde marzo las ventas se han desplomado de manera tan fulminante que podemos afirmar que 2020 se ha convertido en el año negro para el fast fashion.
El informe ‘State of Fashion 2021’ presentado por The Business of Fashion (BoF) y McKinsey & Company, dedicado a analizar y evaluar el futuro de la industria de la moda, respalda esta afirmación. Las encuestas y los datos recabados han mostrado que las ventas en 2020 decaerán hasta en un 90% respecto al año anterior, donde experimentaron un crecimiento del 4%. Traducido en dólares, las pérdidas en 2020 serán aproximadamente de 640 billones de dólares.
A los gigantes de la moda además de este desajuste económico, se les ha sumado un público cada vez más consciente de las injusticias sociales y laborales que acarrea una de las industrias más poderosas del planeta. Para países como Bangladesh la cancelación de pedidos por parte de las empresas de moda durante este año ha implicado pérdidas de hasta 3500 millones de dólares y el despido de muchos de sus trabajadores, la gran mayoría conformado por mujeres jóvenes. Para ponernos en contexto, en el mes de marzo muchas trabajadoras fueron despedidas de sus lugares de trabajo sin cobrar su salario lo que provocó multitud de protestas en medio de la pandemia. Y aunque en abril el país aprobó la apertura de muchas de las fábricas, las condiciones de las mismas han sido duramente criticadas debido a las múltiples negligencias en la protección de las trabajadoras contra el coronavirus.
Todos estos aspectos sociales y económicos han dejado a la industria pendiendo de un hilo a expensas de buscar soluciones que puedan garantizar su recuperación en el futuro. El informe del “State of Fashion” prevé que en condiciones óptimas y contando con una vacuna, en2021 China podría conseguir remontar de un 5 a un 10% debido a su potencial digital respecto a 2019; mientras que Europa seguiría a la baja hasta 2022 cuando se levantaran totalmente las restricciones de movilidad para el turismo.
Aunque no todo ha sido negativo. Dos corrientes han conseguido sobreponerse a las circunstancias a lo largo de este año, ganando terreno en la manera actual de consumir moda. Una de ellas ha sido la venta online, que en la pandemia duplicó sus datos de un 16 a un 29%, el equivalente a su crecimiento en seis años. La otra vertiente ha sido la perteneciente a la moda vintage, protagonista de los nuevos modelos de compra y del Street Style de Instagram.
La compañía británica Lyst, una plataforma dedicada a buscar y filtrar ropa de diseñadores, anunció que en el mes de septiembre la búsqueda de moda vintage generó más de 35 mil búsquedas, mientras que las entradas de palabras clave relacionadas con la segunda mano aumentaron en un 104%. Otras plataformas como Vinted pueden certificar el éxito del movimiento second hand, ya que recientemente la compañía lituana se fusionó con United Wardrobe tras hacerlo con Chicfy en 2019, motivado por el creciente número de compradores de segunda mano que tan solo en 2018 fue de 56 millones de personas.
Es indiscutible que la moda circular se está convirtiendo en un actor cada vez más importante en el futuro de la moda, debido a su filosofía en sintonía con la actualidad y que respalda consumir menos y mejores prendas que puedan ser revendidas posteriormente para tener una vida útil más larga.
El 2021 se presenta como una oportunidad para cambiar definitivamente las reglas del fast fashion, abogando por un compromiso por la sostenibilidad, la justicia social y por devolver el valor a lo que consumimos. En un mundo donde conseguir cualquier prenda solo depende de un click, las piezas vintage se han convertido ya en el verdadero tesoro de cualquier armario.
Afirmación del día
«Lo que es viejo para usted, es nuevo para otro«
Leave a Reply