La moda de la regencia de mangas abullonadas y de cinturas estrechas a traído de vuelta prendas como el corsé en todas sus formas.
Esta misma semana hice una escapada a una librería pequeña cercana a mi casa, de esas que aún conservan el olor a libro viejo y luz tenue y en las que encontrar un libro concreto puede convertirse en una situación de alto riesgo. Paseando entre estantes y tomos terminé topándome con los libros inspirados en la época victoriana cuyo éxito ha traspasado las series de televisión en las plataformas de streaming.
Es innegable que existe una suerte de glamour que envuelve a una época que visualizamos entretejida entre vals, perlas y diminutas tazas de té servidas con vistas a la inmensidad de la campiña inglesa. Con esas escenas, es casi imposible no desear llevar esos mismos vestidos amplios coronados con mangas abullonadas y acabados que rocen el suelo. Este deseo de volver de nuevo a la regencia ha sido escuchado por los diseñadores que han confeccionado y sacado en sus colecciones modelos inspirados en los vestidos antiguos para que estas piezas de entalle formen parte de los looks diarios.
La delgada línea entre lo estrafalario y lo cool, lo viejo y lo nuevo se moldea y transforma haciéndonos olvidar las prendas que ya tenemos en el armario y obligándonos a seguir comprando y conseguir el cuerpo con el que vemos habitualmente a actrices y modelos en las campañas publicitarias.
Las mujeres han sido siempre las más influenciadas por este tipo de modas y es que hasta cierto punto encajar dentro del ideal de mujer exitosa y responsable ha venido de la mano de vestirse y adaptarse a las tendencias.
Pero, ¿hasta qué punto pueden las modas llegar a influir en nuestra salud y bienestar mental?
Modas que no deberían regresar
En la variedad está el gusto y también la libertad de escoger las opciones que en cierta manera reflejen cómo somos y cómo queremos trasmitirlo. La moda puede ser un gran aliado para la mujer actual ya que no dependemos de los mismos cánones que nuestras antecesoras y tenemos la opción de llevar looks más arriesgados y cómodos sin tener que justificarnos.
Jeans rotos, largos, cortos… las opciones dependen de cada una. Pero, ¿qué pasa con las modas globales que están destinadas a transformar cuerpos o están específicamente diseñadas para un único prototipo?
Uno de los ejemplos claros de estas tendencias son el corsé y los jeans descaderados o de cintura baja.
El corsé
El auge de esta prenda es relativamente “reciente” en el tiempo, aunque la historia sitúa sus orígenes en la antigua Grecia dónde hombres y mujeres los llevaban desde la niñez. Con menos popularidad fue evolucionando y pasando época tras época hasta el siglo XVI cuando la reina consorte de Francia, Catalina de Medici, lo trajo a la corte prohibiendo que las mujeres expusieran cinturas anchas (sí, estaba terminantemente prohibido no llevarlo).

A partir de ese momento la moda y la sociedad lo impusieron para conseguir realzar el busto y dejar una cintura mínima a pesar del malestar que sufrían muchas de las mujeres que se enfrentaban a sufrir desmayos a diario.
Los estudios demostraron años después, que la presión inducida por el corsé provocaba el desplazamiento y la deformación de órganos internos y hasta un total de 97 enfermedades atribuidas a su uso continuo. Pero el ansia de poseer un cuerpo con forma de reloj, que era el ideal de la época, fue suficiente para dejar que la moda continuara.
Los vaqueros descaderados
En el segundo puesto, y con fecha mucho más reciente, se encuentran los vaqueros descaderados. Aunque estemos acostumbrándonos a los vaqueros de cintura alta y corte recto muy propios de los 90, en los años 2000 los reyes de la pista fueron los vaqueros bajos o descaderados. Celebridades como Britney Spears, Beyonce o Cristina Aguilera fueron algunas de las maniquíes que pusieron la tendencia al alza convirtiéndolo en un éxito de masas.

Unos años antes, en 1993, Alexander McQueen los incluyó en su colección de primavera con la intención de alargar el cuerpo. Su objetivo era enseñar el final de la espina dorsal, que en sus palabras, era la parte más erótica de las personas.
¿Cuál fue el problema real de esta prenda? Los vaqueros descaderados podían ocasionar problemas en el nervio del muslo y disminuían la movilidad de la mujer y su comodidad en pos de enseñar el ombligo y la parte superior de las caderas. Aunque más importante, estos pantalones estaban diseñados para gente muy delgada por lo que no sentaba bien a la mayoría de cuerpos y generó un auge de dietas extremas y de trastornos alimenticios en jóvenes de la época que querían encajar en el estereotipo fashion del momento.
El poder de las tendencias
Con la repercusión de las redes sociales no han sido solamente las prendas las que han jugado un papel estratégico para hacer sentir a la sociedad que su cuerpo no era “suficientemente perfecto”.
Actualmente existen operaciones para extirpar las costillas con el objetivo de tener una cintura más pequeña y fenómenos aleatorios como el “bikini bridge”. Este último, se hizo viral como broma para que las mujeres mostraran si la braguita del bikini mostraba un hueco al lado del hueso de la cadera.
Pronto se convirtió en éxito viral provocando que se crearan cuentas dedicadas a ello, posts y dietas para que las mujeres pudieran conseguir un cuerpo muy delgado. Como dato importante, el concepto apareció en 2009 en algunos foros de anorexia lo que ya nos anticipa el peligro que supone la moda y sus costumbres si no están bien canalizadas.

A pesar de todo, no todo es negativo, las redes también han sido cruciales para demandar colecciones más sostenibles y poder mostrar los problemas relacionados con la industria de la moda. Además movimientos de denuncia como el #blacklivesmatter crearon un espacio global para fomentar la igualdad y el respeto por cualquier persona independientemente de su color o cultura y ese mismo canon se empezó a ver reflejado en las pasarelas en el 2019 con modelos más diversas y de diferentes etnias.
¿Hay esperanza? De eso no hay duda. Pero para cambiar la moda tenemos que aceptar la belleza de la diversidad, las imperfecciones perfectas y una variedad amplia de tallajes para conseguir que la moda del futuro sea sostenible, variada e inclusiva.
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La moda es una parte fundamental de la sociedad, empecemos a crear moda para las personas y no cambiar a personas por la moda.
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