“Hemos perdido las historias que contar porque se volvió más importante vender que crear ”
Mostrarnos tal y como somos y expresarlo a la sociedad es cada vez más sencillo. A través de infinitas paletas de colores, cortes y estilos hemos llegado a un punto histórico donde comunicar lo que somos y sentimos se ha convertido en una prioridad. Se han abierto puertas, se han coreado libertades y las marcas han tenido que seguir el murmullo imparable de una generación que pedía cambios y que era mucho más exigente que sus predecesores. Ellos se han convertido en el epicentro de los grandes movimientos y los protagonistas en las redes sociales.

Uno de los puntos positivos de una generación más dedicada a las causas sociales es que las empresas han tenido que replantearse las cosas. Dejar de lado el “vender por vender” e introducir nuevos valores y técnicas sostenibles que la conviertan en un valor para la población.
Sin embargo, en una sociedad de consumo donde lo primordial es vender a cualquier precio, sigue siendo complicado ver un cambio evidente en las intenciones de compra. La ropa es cada vez más barata, abundante y asequible y es casi imposible imaginar para las generaciones más jóvenes cómo nuestros padres y abuelos eran capaces de subsistir con pocas prendas de calidad que cuidaban y exprimían a largo plazo.
Hemos olvidado por el camino, entre pancartas publicitarias y un consumo cada vez más activo de promociones y tendencias, darle un valor a lo que poseemos y cuidar de ello. El problema es que esta situación no repercute únicamente en el dinero que invertimos, esto ha derivado en contaminación por las técnicas y el exceso de productos, en explotación laboral e incluso en complicaciones derivadas para nuestra salud.
¿Es posible que la ropa nos afecte directamente? Si no me crees, te daré dos datos concretos. La producción de cualquiera de nuestros vestidos o pantalones está envuelta en:
- Pesticidas La mayor parte de las prendas que se producen están hechas a partir de algodón y para su cultivo se consume una de las mayores dosis de pesticidas tóxicos. ¿Cómo puede afectar eso a nuestra salud? Según los estudios estos pesticidas en muchas ocasiones funcionan como disruptores endocrinos que derivan en alteraciones neurológicas y endocrinas y enfermedades como el cáncer.
- Microplásticos en los océanos Cuando lavamos nuestras prendas se desprenden pequeñas partículas de microplásticos que suelen terminar en mares y océanos. Los peces las consumen y regresan a nuestros hogares de nuevo en forma de comida. Y nuestro cuerpo paga de nuevo las consecuencias de una economía poco sostenible.
De hecho, según los datos extraídos por los investigadores, ¿sabes que únicamente en una semana consumimos aproximadamente una cantidad de plástico que equivale a una tarjeta de crédito?
Con todos estos datos es evidente que la moda no es solamente lujo, expresión o tendencias. Es un desencadenante con un final peligroso si las marcas no dejan en un segundo puesto la producción y centran su energía en producir de una manera mucho más limpia y transparente.
EL RECORRIDO DE LA MODA
Aún nos queda un largo trecho para poder afirmar que la industria va en buen camino. Aunque las generaciones más jóvenes van concienciándose cada vez más detenidamente sobre lo que usan y de dónde proviene, nuestro cerebro está sometido a las celebridades que continuamente vemos en redes sociales y que cada día más personas intentan imitar.

Como consumidores tenemos la responsabilidad de ser consecuentes sobre qué compramos, aunque sobre las marcas recae la responsabilidad de dar un paso al frente y ofrecer acciones y proyectos que estén en sintonía con un futuro sostenible.
De hecho, si nos centramos en las grandes marcas del fast fashion, podemos observar que varias de ellas ofrecen líneas de ropa respetuosa o prendas con materiales reciclados. Si hace unos años era algo particular que esto pasara no es tan inaudito encontrarlo en la actualidad.
Pero, ¿son estas marcas realmente sostenibles? ¿esas pequeñas acciones se han convertido en una acción dirigida al cambio o en una estrategia publicitaria?
Formar parte de una economía circular incluye muchos detalles que comprenden desde la producción hasta el aprovechamiento de la prenda, por lo que si la producción cuenta con materiales más respetuosos, pero siguen produciéndose en masa, a bajos precios debido a la explotación de sus empleados y derivando en más contaminación, el ciclo está aún lejos de ser respetuoso con el planeta.
Aunque el cambio es lento, es evidente que el problema está tomando mucha más consistencia y cada vez hay mas leyes que amparan un comercio más limpio y centrado en buscar soluciones para el futuro de la moda.
A veces una sola acción se convierte en un desencadenante masivo, como sucedió con la asociación Greenpeace con su campaña Detox en 2011. La organización puso de manifiesto que las sustancias químicas derivadas de la fabricación de ropa eran arrojadas a ríos y mares de países como Indonesia, China o México. Tras mostrar los datos y evidencias exigieron que las empresas tomaran responsabilidad del impacto medioambiental de sus trabajos. La campaña se volvió tan viral que ocasionó que muchas multinacionales se responsabilizaran y mostraran a sus seguidores que estaban dispuestas a seguir haciendo lo mismo, pero con mucho menos impacto ambiental.
MARCAS CON ALMA

Tras lo que hemos comentado es evidente que la moda debe evolucionar para adaptarse a la realidad de su público y a las condiciones del planeta. Cada vez más pequeños negocios surgen con una filosofía y una especie de alma que trata de llegar a sus consumidores no solo como compradores, sino como followers de su filosofía y trabajo.
Lejos de un complejo esbozo de marketing uno de los pasos a seguir sería volver a devolver el valor al trabajo que hay detrás de la moda slow recuperando el talento, el arte y en conclusión, su importancia.
Buscar lo bueno, lo real y oportuno debe ser una vía en un tren descarriado que necesita volver a ponerse en marcha. Como consumidores es nuestro deber apoyar la causa y fomentar un consumo responsable y limpio además de ser conscientes de las repercusiones económicas, sociales y medioambientales que conllevan nuestros gastos.
Cada vez que compramos estamos entregando nuestro dinero a una causa. Aprovecha tu voz para cambiar las cosas y apoyar a los negocios que con su trabajo puedan repercutir de una manera positiva en nuestro futuro.
Volvamos a enamorarnos de la ropa, de los detalles y de las historias de cada prenda. Volvamos a los orígenes para cambiar el futuro.
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Y tú, ¿cómo cambiarías el mundo?
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